- Falta de conciencia de la enfermedad, en pacientes que acceden a ser tratados
por fuertes presiones familiares, patronales o judiciales, pero no por propia
iniciativa y voluntad.
- Pacientes que no creen que la abstinencia absoluta sea
el único camino y experimentan
haciendo su propia experiencia de consumo moderado, que los lleva, sin duda, al
fracaso.
- Determinadas personalidades, como la timidez: se recurre al alcohol para afrontar situaciones que no se atrevería a afrontar.
- Inestabilidad emocional.
- Conflictos familiares, laborales
y académicos.
- Problemas sociales y económicos.
Hay varios estudios que avalan la eficacia de las terapias de grupo, obteniendo mejores tasas de abstinencia que el tratamiento ambulatorio aislado. Las terapias de grupo han mostrado que los pacientes incrementan su grado de compromiso, mejoran en calidad de vida y son más proclives a volver a citas de seguimiento.